viernes, 21 de abril de 2017

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¡Ahí queda eso!
Escribí al respecto un poema cuando cumplí 45. Ahora que le he dado la vuelta al número, en vez de poemas me voy a tomar una copa de cava a mi salud y porque me da la gana.
Efímero, vale. Superficial, también. ¿Qué queréis que os diga? A estas alturas de la vida, empieza una a estar ya de vuelta de mucho. De casi todo, diría. Y, si antes no he dado jamás explicaciones de lo que hago, digo o pienso, imaginad ahora que empiezo a tener alguna canilla en mi cobriza cabeza.
La gente seria y circunspecta, suele aprovechar estos eventos para hacer balance de su vida; para analizar y, si procede, rectificar. O prometerse hacerlo.
Lo mío más que balance, así, a lo grande,  va a ser una hoja de cálculo de software gratuito, pero que vamos, sirve para lo mismo: hablar de mí, que es lo que más me gusta (ante ese mohín que habéis hecho con la naricilla, os recuerdo el título del blog, gracias)
Un buen resumen sería: Estoy bien.
Sí, estoy bien: Trabajo en lo que me gusta y en la cantidad adecuada; el estado de salud de mi chásis es aceptable; mi familia no ha entrado aún en la definición de disfuncional; mi grupo de amigos es reducido, pero de calidad superlativa;  no tengo problemas que no puedan resolverse acordándome de la madre que parió a uno u otro...
Tengo que añadir, además, que todo mi entorno me sigue perdonando las frikadas (cada día mayores) y el comportamiento de enfant terrible que -reconozco que cada vez menos- tengo aún. Quiero decir con ello que me divierto tanto como antes o posiblemente más.
En fin, que eso, que la vida es un carnaval y si un día se acaba, espero que me pille bailando.



Al igual que todos los jóvenes me proponía ser un genio, pero afortunadamente intervino la risa.

Lawrence Durrell

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