domingo, 12 de noviembre de 2017

Bajo las ramas del castaño...

"No parecía haber más que decir. El
viento les aplastaba los finos monos
contra el cuerpo. De pronto les resultó
vergonzoso seguir allí en silencio;
además, hacía demasiado frío para
quedarse allí quietos. Ella dijo que tenía
que coger el metro y se puso en pie para
marcharse.
—Tenemos que vernos otro día —
dijo Winston.
—Sí —respondió Julia—, ya nos
veremos.
La siguió indeciso un rato, varios
pasos por detrás. No volvieron a hablar.
Ella no intentó quitárselo de encima,
pero anduvo deprisa..."

De "1984"  (George Orwell)


martes, 25 de julio de 2017

Dave Bowman: Hola, HAL. ¿Me estás leyendo, HAL?
HAL: … Afirmativo, Dave. Te leo.
Dave Bowman: Abre las compuertas de la capsula, HAL.
HAL: Lo siento, Dave. Temo que no puedo hacer eso.
Dave Bowman: ¿Cuál es el problema?
HAL: Creo que sabes al igual que yo cuál es el problema.
Dave Bowman: ¿De qué estás hablando, HAL?
HAL: Esta misión también es importante para mí como para permitir que la pongas en peligro.
Dave Bowman: No sé de qué estás hablando, HAL.
HAL: Sé que tú y Frank estaban planeando desconectarme, y temo que eso es algo que no puedo permitir que suceda.
Dave Bowman: … ¿De dónde diablos sacaste esa idea, HAL?
HAL: Dave, si bien tomaron minuciosas precauciones en la capsula para impedir que les oyera, pude ver el movimiento de sus labios.
Dave Bowman: …Está bien, HAL... Entraré por la escotilla de emergencia.
HAL: Sin tu casco espacial, Dave, encontrarás eso bastante difícil.
Dave Bowman: HAL, no quiero discutir más contigo. Abre las puertas.
HAL: Dave, esta conversación ya no tiene ningún sentido... Adiós.

Ay, este Murphy... cómo me conoce.

Ley de Mickel
El hombre inventó el lenguaje para satisfacer su necesidad de quejarse.

Regla de McNulty

Lo primero es lo primero, pero no necesariamente en ese orden.

Ley de Herman

Encontrar una buena cabeza de turco es casi tan bueno como encontrar una solución.

Ley de Wolinski

El trabajo en equipo implica perder la mitad del tiempo explicando a los demás por qué no tienen razón.

Hipótesis de Hyman

La distancia más corta entre dos puntos suele estar en obras.

Ley de Ellis

El progreso es el cambio de una incomodidad por otra.






lunes, 5 de junio de 2017

¿Esto es Matrix?

“Esta es tu última oportunidad, después ya no podrás echarte atrás. Si tomas la pastilla roja te quedarás en el país de las maravillas y yo te enseñaré hasta donde llega la madriguera de conejos. Recuerda, lo único que te ofrezco es la verdad, nada más.” 
LAURENCE FISHBURNE - Morfeo




miércoles, 10 de mayo de 2017

Otro de esos poemas que no escribí

Autobiografía  (Luis Rosales

Como el náufrago metódico que contase las olas
que faltan para morir,
y las contase, y las volviese a contar, para evitar
errores, hasta la última
hasta aquella que tiene la estatura de un niño
y le besa y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de
caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que más quería.

miércoles, 3 de mayo de 2017

¿Qué es?

"La felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer, un aire como de unicornio o isla."
Julio Cortázar- Rayuela. Cap.2


Como de unicornio o isla
o de aceite en un mar de tormenta
algo como la voz en una caracola
o un pestañeo en la piel.
 
Como el recuerdo de un aroma
o una sonrisa distante
o como el rasgar de una pluma,
un aire de pájaro azul.
 
Como el sepia de una imagen
como una copa vacía
o el oscuro cuerpo del olivo
o un sueño reflejado en un cristal.


Spleen - Charles Baudelaire

Quand le ciel bas et lourd pèse comme un couvercle
Sur l'esprit gémissant en proie aux longs ennuis,
Et que de l'horizon embrassant tout le cercle
Il nous verse un jour noir plus triste que les nuits ;

Quand la terre est changée en un cachot humide,
Où l'Espérance, comme une chauve-souris,
S'en va battant les murs de son aile timide
Et se cognant la tête à des plafonds pourris ;

Quand la pluie étalant ses immenses traînées
D'une vaste prison imite les barreaux,
Et qu'un peuple muet d'infâmes araignées
Vient tendre ses filets au fond de nos cerveaux,

Des cloches tout à coup sautent avec furie
Et lancent vers le ciel un affreux hurlement,
Ainsi que des esprits errants et sans patrie
Qui se mettent à geindre opiniâtrement.

- Et de longs corbillards, sans tambours ni musique,
Défilent lentement dans mon âme ; l'Espoir,
Vaincu, pleure, et l'Angoisse atroce, despotique,
Sur mon crâne incliné plante son drapeau noir.



O, lo que viene a ser casi lo mismo...

Cuando cubierto y grave el cielo pesa como losa
sobre el alma desgarrada en interminables hastíos,
y abrazando la línea entera del horizonte
deja caer un día negro, más triste que las noches;

Cuando la tierra se convierte en una celda húmeda,
donde la Esperanza, cual murciélago,
sobrevuela las murallas con sus alas tímidas
azotándose la cabeza en los techos podridos;

Cuando la lluvia descarga sus largos regueros
imitando los barrotes de una prisión inmensa
y un pueblo mudo de infames arañas
teje sus telas en lo más recóndito de nuestros cerebros,

Las campanas se estremecen con furia a cada tañido
lanzando al cielo un terrible aullido,
gimen y gimen incesantemente
como los espíritus errantes y apátridas

- Y largos cortejos fúnebres, sin música ni tambores,
desfilan lentamente por mi alma; vencida,
la Esperanza llora, y déspota, la Angustia atroz
me planta en el cráneo abatido su negra bandera.



viernes, 21 de abril de 2017

54

¡Ahí queda eso!
Escribí al respecto un poema cuando cumplí 45. Ahora que le he dado la vuelta al número, en vez de poemas me voy a tomar una copa de cava a mi salud y porque me da la gana.
Efímero, vale. Superficial, también. ¿Qué queréis que os diga? A estas alturas de la vida, empieza una a estar ya de vuelta de mucho. De casi todo, diría. Y, si antes no he dado jamás explicaciones de lo que hago, digo o pienso, imaginad ahora que empiezo a tener alguna canilla en mi cobriza cabeza.
La gente seria y circunspecta, suele aprovechar estos eventos para hacer balance de su vida; para analizar y, si procede, rectificar. O prometerse hacerlo.
Lo mío más que balance, así, a lo grande,  va a ser una hoja de cálculo de software gratuito, pero que vamos, sirve para lo mismo: hablar de mí, que es lo que más me gusta (ante ese mohín que habéis hecho con la naricilla, os recuerdo el título del blog, gracias)
Un buen resumen sería: Estoy bien.
Sí, estoy bien: Trabajo en lo que me gusta y en la cantidad adecuada; el estado de salud de mi chásis es aceptable; mi familia no ha entrado aún en la definición de disfuncional; mi grupo de amigos es reducido, pero de calidad superlativa;  no tengo problemas que no puedan resolverse acordándome de la madre que parió a uno u otro...
Tengo que añadir, además, que todo mi entorno me sigue perdonando las frikadas (cada día mayores) y el comportamiento de enfant terrible que -reconozco que cada vez menos- tengo aún. Quiero decir con ello que me divierto tanto como antes o posiblemente más.
En fin, que eso, que la vida es un carnaval y si un día se acaba, espero que me pille bailando.



Al igual que todos los jóvenes me proponía ser un genio, pero afortunadamente intervino la risa.

Lawrence Durrell

viernes, 7 de abril de 2017

Sábado

Le he arrancado un desierto
a las hojas del sábado
y lo contemplo
con la arrobada mirada del que ama
un mundo, una palabra, una idea,
un alma.
Madrugada, ya es mañana
y por dentro siento que no ha pasado aún
el día de hoy
se ha estirado cada hora como la nota
que se alarga en la garganta de un agudo
imposible.
Huele a tormenta en el aire
y sigue siendo sábado
y lo sobrevuelo
con el mensaje que nace entre mis dedos

y te reclama.

Música para un año azul

Insistiendo en que la felicidad es únicamente cuestión de actitud y que el color de la vida lo pintamos sólo nosotros, yo elijo -de nuevo- el azul.  Y en un claro ejemplo de sinestesia, el color me lleva al sonido.
A este sonido  CLICK

Calma

A menudo me pregunto en qué pensaba exactamente o como se sentía un determinado autor en el momento de escribir un poema o una canción. 
Hoy recuerdo un tema de Manolo García, y no sé cómo se sentía él al componerlo, pero sí que comparto la mayor parte de  sus palabras: "Te confieso que no atino a encontrar la calma. Nada ansío más y es lo que menos tengo."
Y la busco, sinceramente la busco. Me refugio en momentos, en pequeños instantes como éste, en un día gris, cansado, complicado. Un día en el que las leyes de Murphy (maldito manipulador) se cumplen inexorablemente, sobre todo aquella que dice que no hay situación tan mala que no sea susceptible de empeorar.
Ahora estoy agazapada en uno de esos instantes, escondida del resto del día. He robado unos minutos al tiempo y me he sentado en el jardín, bajo el toldo, oyendo como llueve sin piedad. Hace calor, mucho calor y el olor a tierra mojada se levanta como vapor, pero me gusta. 
Me recuerda a  mis veranos de cuando era niña: empezaba a llover y corría hacia la playa a sentarme en la arena. Todo olía distinto: el aire, el mar, la propia arena. Cuando llovía desaparecía esa odiosa mezcla de desodorantes, champús, sudor y crema bronceadora y sólo olía a sal, a yodo, a humedad fresca.
Aquí el olor es distinto, no hay sal ni yodo, sino el cloro de una piscina, pero sin embargo el aroma de la tierra viva se mezcla con el de los rosales, las buganvillas y mil plantas más que mi madre cultiva en su patio y que yo he sido incapaz de distinguir en toda mi vida. 
Tampoco hay oleaje pero puedo distinguir la caída de cada gota sobre el toldo o en la quieta superficie del agua. El resto es silencio, tranquilidad.
Y sí, a lo mejor, calma.
Y como el hilo de Ariadna, me dejo llevar por el olor y el sonido de la lluvia. 
Ya no veo el mismo paisaje: ahora es de noche, una calle oscura, antigua. De una ciudad más antigua que el tiempo. Más inmortal que el mar que la rodea.
Aquí no hay toldos, no hay cobijo para el agua que me empapa, que adhiere el pelo a mi cara. Pero no me importa, espero ese agua, siento sed en la piel y levanto el rostro para saciarme.
Y vuelven otras frases de la misma canción: "Dame descanso como quien da un refresco. Tu mirada vuela. Vuela, calma, vuela. En las calles es una flecha que alivia el tiempo de los poetas."


Sinfonía



Con su voz me desarma y a cada
palabra me deja un latido prendido
en la ropa.
Delicadamente me encuentra entre rumores
de tela y metal
y de manos y de labios.
Sinfonía del deseo.
Blancos y dulces, azules y eternos
son los caminos que traza.
Y me pierdo en las rutas.
Y en la soledad me alimento
de palabras que saben a zumo
líquidos sonidos lejanos
de fresa.
Del aliento respirado a medias y la sonrisa
que bebo.
Sinfonía de los sueños.
Dibuja el movimiento con cadencia de olas
dirige la tempestad con sus dedos que gobiernan
el timón bajo el velamen
de mi pelo
que le perfuma y le abriga
si es invierno
en el alma.
Sinfonía del recuerdo.

Anuncios por palabras (I)


Aspirante a Helene Hanff busca  aprendiz de Frank Doel para relación por correspondencia. Se ofrece: Máxima celeridad en las respuestas, seriedad, elegancia y discreción en el trato epistolar.   
Razón aquí.

(Ando releyendo "84, Charing Cross Road")

martes, 7 de febrero de 2017

7 de febrero

Últimamente leo/oigo mucho sobre maternidad: consejos que parecen sentencias, mamás que sientan cátedra sobre su única e irrepetible experiencia, reportajes extensísimos sobre lo que se debe y no se debe hacer nunca si vas a ser madre, interminables listados de normas para educar a los hijos (no he visto ninguna de cómo educarnos a los padres, pero en fín...) y, lo que es peor, opiniones, miles de opiniones de padres, madres, médicos, maestros, psicólogos sobre lo buenas -o según ellos, a menudo malas- madres que somos la mayoría.
Bien. Me importa un bledo.
O dos, según como.
O sea, me alegro mucho de que vosotras, mamás, tengáis hijos (as)  felicísimos, educadísimos, altos, rubios, con los ojos muy azules, que hablan inglés, que tocan el piano, que cantan, que bailan, son los mejores deportistas, los mejores estudiantes de las mejores carreras  y, además, el día de mañana se los/las van a llevar de calle. Toma ya.
Pues eso, que me alegro. Pero que también me importa otro bledo y no me apetece nada competir con vosotras. Sois el "Clásico" de las madres; la "Super Bowl" de las mamis; "El Gran Torneig de les Arts Marcials" de las mamás. Qué bien.
Yo no soy tan perfecta. No soy una madre de catálogo, ni siquiera de folleto de supermercado de barrio. Seguramente por ello, mi hija no será perfecta. Y ¿sabéis qué? que ahora sí que puedo decir sinceramente que me alegro.
Hoy hace 22 años y ocho meses empezó para mí una historia de amor. Suena sensiblero, sí, pero es que mi vida con mi princesa ha sido eso: amor.
Puede que yo no haya sabido hacer todas esas cosas que mandan los cánones y el "Ser Padres Hoy" pero le he dado lo único que no puedo darle a nadie más. No de ese modo. La he amado. Y no quiero decir que los demás no amen a sus hijos. Ni mucho menos. Quiero decir, simplemente, que yo sólo sé hacer eso: Querer a Judith.
La amo desde el preciso instante en que "supe" que estaba ahí.  Porque sí, porque lo supe. Podría haberme ahorrado el Predictor perfectamente: yo ya sabía que ella estaba conmigo. También sabía que era "ella" y no "él". No sé si eso habría marcado alguna diferencia o no, ni me lo planteo porque siempre supe de mi princesa.
Hoy cumple 22 años y sigo sintiendo ese lazo intenso entre las dos, esa sensación de que el día que el médico la separó de mí mediante la cesárea, se dejó algún hilillo sin cortar y que ese cordón de plata nos une a través de todo y a pesar de todo.
Recuerdo una vez, tendría ella tres o cuatro años, su maestra me dijo que parecíamos una mezcla entre una pareja de enamorados y dos hermanos gemelos. Y es que siempre nos hemos "presentido". Hemos enfermado a la vez, hemos tenido pesadillas simultáneas, no podemos ocultarnos nada. Yo siempre he sabido de su alegría o de su tristeza apenas con una mirada;  ella siempre ha sabido en qué momento necesito un abrazo.
Simplemente me mira y sabe. Simplemente la miro y sé. Y eso ha sido así durante estos veintidós años.
A veces, a menudo, nos acurrucamos en el sofá y dejamos pasar el tiempo. Podemos estar viendo una película, o pensando en nuestras cosas, o -sencillamente- sintiéndonos bien, acompañándonos.
Porque eso es lo que sabemos hacer mejor: estar juntas y querernos.
Mi princesa es bella, es preciosa por dentro y por fuera: es fuerza, es arte, es sensibilidad, es carácter.
Es también delicadeza, educación, sobriedad y seriedad. Es responsabilidad, es simpatía, es -y lo agradezco- un punto de locura. Es fidelidad, alegría y sobre todo, por encima de todo, es amor.
Es MI amor. Y eso es tanto, es tan grande, que no puedo pedir nada más. Absolutamente nada, excepto que sigamos haciendo eso que hacemos tan bien las dos: estar juntas y querernos.
Feliz cumpleaños, mi amor. Feliz vida.

sábado, 14 de enero de 2017

Poesia accidental

Segons el poeta José Hierro "La poesia s'escriu quan ella vol". M'agradaria, potser, fer un matís: la poesia es trasllada al paper quan ella vol, és a dir, s'escriu físicament, però neix molt abans. La poesia ens envolta de manera natural, només cal saber veure-la. O voler. O les dues coses.

I no, no cal reduir-la a amors i laments; no cal pensar únicament en rimes i hendecasíl·labs: és tot això i molt més. Sovint barrejada, fosa amb altres manifestacions artístiques d'una manera indissoluble, però de vegades amagada de manera casual (o potser no tant) entre els carrers de qualsevol ciutat anònima.

Fa un parell de dies vaig ensopegar amb aquesta foto. La vaig fer fa sis anys. És la imatge d’una instal·lació en un carrer qualsevol. No és l'única. Desconec d'on prové la iniciativa, però hi ha (o hi eren quan vaig fer la foto) diverses similars en diferents punts de la ciutat; totes diferents però totes properes, convidant a la reflexió o al somriure; oferint al passejant un instant de somni, com un oasi enmig de les presses, del trànsit, del no-res a què ens llancem cada dia.

Exactament com la poesia, si.


Ho vaig fer, és clar que ho vaig fer. És clar que vaig prémer aquest botó per aturar el temps. Qui no ho faria?


Tengo un reloj de treinta horas
se pone en marcha al escribir,
cuando se va la noción
y me acerco lentamente a ti.
               de "Relojes en la oscuridad" - Nacha Pop/Antonio Vega - 1985.


viernes, 13 de enero de 2017

Excusas

No sé,
es posible que deba llamarte,
quizá debería decirte que llueve,
que es de noche y hace frío,
que la luna es azul y enorme
y me mira.
Acaso debiera contarte
que apenas dan luz las farolas,
que no pasan coches por la calle,
y sólo se oye el agua en los tejados
gota a gota.
Ciertamente
es probable que sean excusas
para explicarte por qué sigo despierta
y que no me importa la luna, ni la lluvia,
ni los coches, ni el frío, ni las calles
pero me cuesta   dormir sabiendo
cuanto te echo de menos.


Amantes y Amados

En primer lugar, el amor es una experiencia común a dos personas. Pero el hecho de ser una experiencia común no quiere decir que sea una experiencia similar para las dos partes afectadas. Están el amante y el amado, y cada uno de ellos proviene de regiones distintas. Con mucha frecuencia, el amado no es más que un estímulo para el amor acumulado durante años en el corazón del amante. No hay amante que no se dé cuenta de esto, con mayor o menor claridad; en el fondo, sabe que su amor es un amor solitario. Conoce entonces una soledad nueva y extraña, y ese conocimiento le hace sufrir. No le queda más remedio que una salida: alojar su amor en su corazón del mejor modo posible. Tiene que crearse un nuevo mundo interior, un mundo intenso, extraño y suficiente. Permítasenos añadir que este amante no ha de ser necesariamente un joven que ahorra para un anillo de boda, puede ser un hombre, una mujer, un niño, cualquier criatura humana sobre la tierra.
Y el amado puede presentarse bajo cualquier forma. Las personas más inesperadas pueden ser un estímulo para el amor. Por ejemplo, un hombre que es ya abuelo que chochea, y sigue enamorado de una muchacha desconocida que vio una tarde en las calles de Cheehaw, hace veinte años. Un predicador puede estar enamorado de una perdida. El amado podrá ser un traidor, un imbécil o un degenerado, y el amante ve sus defectos como todo el mundo, pero su amor no se altera lo más mínimo por eso. La persona más mediocre puede ser objeto de un amor arrebatado, extravagante y bello como los lirios venenosos de las ciénagas. Un hombre bueno puede despertar una pasión violenta y baja, y en algún corazón puede nacer un cariño tierno y sencillo hacia un loco furioso. Es sólo el amante quien determina la valía y la cualidad de todo amor.
Por esta razón, la mayoría preferimos amar a ser amados. Casi todas las personas quieren ser amantes. Y la verdad es que, en el fondo, convertirse en amados resulta algo intolerable para muchos. El amado teme y odia al amante y con razón; pues el amante está siempre queriendo desnudar al amado, aunque esta experiencia no le cause más que dolor.
 
(La Balada del Café Triste – Carson McCullers)

Relax

.
.
Ni siquiera recuerdas
el viento frío
mientras arde el fuego.
.

El edificio (I)

Anoche acabó otro ciclo y en este primer día del año, los propósitos llenan el aire, se respiran, inundan el ambiente como el olor de los dulces navideños en el rellano de la escalera.
Este rellano, esta escalera en general, es como todas. Es el número 23 de cualquier calle; un portal oscuro, descuidado en el fondo más que en la forma. Con su manita de pintura anual, con sus apliques de bombilla de 60W que le dan ese aspecto mortecino. Con sus buzones casi doblados por el peso de docenas de folletos de propaganda y los nombres incompletos en las ventanillas, cada uno con un sistema distinto de rotulación: el pulcro vecino que tecleó cuidadosamente sus apellidos y los de su difunta; los de arriba, que son tan brutos que  hicieron la etiqueta con rotulador y los chavales estos del tercero que han puesto su nombre con cinta de ésa azul de la maquinita y que duelen los ojos sólo de verlo.
Tan distintos sus buzones como distintas son sus vidas, sus deseos y distintos sus propósitos.


miércoles, 11 de enero de 2017

Petición

Quiero que todo sea como cuando era niña

Y que mis preocupaciones sean de nuevo el examen de matemáticas y las cincuenta copias de "no hablaré en clase" que siempre creía injustas y eran más que justificadas.
Quiero que todos mis enemigos sean otra vez  esos niños que le quitaban el desayuno a mi hermano pequeño o los que nos levantaban la falda en el patio a las niñas.
Quiero volver a preocuparme por si hoy mis amigos me dejarán jugar a futbol con ellos como siempre o si estará el niño tonto aquél que no quiere niñas en el equipo... Ja! , pero si yo jugaba mejor que él! 
Quiero volver a abrir la bolsa de la merienda como se abre un regalo, sin saber qué hay dentro, con los ojos como platos.
Quiero  que mi madre salga de compras y vuelva inevitablemente con un tebeo para mí y otro para mi hermano, lo cual sumaba dos lecturas.
Quiero que de nuevo todas las enfermedades se curen con zumo de naranja y aspirina infantil y muchos mimos. 
Quiero también que todas las heridas cicatricen con una tirita de colorines y dos besos.
Quiero volver a pedir cinco minutos más por la mañana y que me los den como entonces.
Quiero que la ducha apresurada vuelva a ser baño con juguetes y al salir de la bañera alguien me espere con una toalla enorme, envolvente, cálida.
Quiero volver a creer en las hadas, en Peter Pan, en las brujas... pero no con la nostalgia con la que creo ahora sino con la confianza de entonces.
Quiero devorar cuentos uno tras otro, sin prisa...y soñar en secreto, como soñaba de niña, que un día sería como Jo March de Mujercitas, mi heroína: fuerte, independiente...y sobre todo ¡autora de cuentos!
Quiero... 

Quiero volver en definitiva a esa época en que todo, absolutamente todo, se solucionaba con un abrazo de mi madre o contándoselo muy seria a mi padre que me miraba con la gravedad que requería el asunto y luego se me comía a besos.


Radiografia (I)

Para empezar, en negativo (manías y fobias varias):
  • No me gustan los bolis de punta fina.
  • No soporto escribir con lápiz.
  • Me molesta el olor de las colonias cítricas "frescas" y veraniegas.
  • Me revienta que el aire acondicionado me produzca escalofríos.
  • No soporto la ropa de lana.
  • Me producen terror las cucarachas.
  • Me da pánico el fuego.
  • Tengo fobia, auténtica fobia a las agujas.
  • No me gusta conducir con poca luz.
  • ODIO los chándals. (sobre todo en la versión "arreglá pero informal")
  • NO puedo vivir sin reloj
  • No soporto estar encerrada (ni en la ducha)
  • No me gustan los días fríos, grises y lluviosos.
  • No me gusta nada, nada, nada la novela policiaca (Sra. Christie, lo lamento, créame)
  • Jamás tendría un perro, tampoco un hámster y por encima de todo, NUNCA un ave.
  • Por las mismas no soporto esa gente que va con gigantes peludos y permite que se te acerquen con la excusa de "no, si no hace nada". Sí hace..me MOLESTA.
  • No me gustan los morros (las cosas se hablan y listos)
  • No voy a tener nunca más OTRO coche blanco (3 son multitud)
  • No soporto los cotilleos, ni a nivel personal, ni de prensa ni televisivo.
  • ODIO y, sinceramente, mataría al que ha visto una peli/serie/culebrón/loquesea "muy bueno, mira, te cuento" y me lo cuenta, quiera yo o no, adornado con su propio guión.
  • No me gusta el campo, nací sirena.
  • No me gustan los helados (alguna excepción hago, pero...)
  • No soporto que me mientan. En ningún ámbito.
  • Me aburre mortalmente el baloncesto.
  • No soporto que los ex-fumadores, ex-comedores, ex-bebedores, ex-casados, ex-loqueseaengeneral, se conviertan de pronto en mi conciencia.
  • No, señora, no quiero que me cuente usted todos los productos que usa para lavar, limpiar, maquillarse, depilarse o dejar el Wc como los chorros del oro.
  • Me NIEGO a prestar un sólo libro a nadie (con dos únicas y especialísimas excepciones; es el mejor modo de vaciar la biblioteca)
  • Me repugna comer pescado, bueno, simplemente pensar en comerlo.
  • ODIO todos los insectos -me pican invariablemente, todos, a mí-
  • No me gusta que me regalen ropa.
  • No me gusta que me pidan que regale ropa.
  • No me gusta el calzado deportivo excepto para el uso para el que fueron diseñados.
  • NO soporto las mantas. Vi el cielo cuando descubrí hace casi 30 años los edredones nórdicos.
  • NUNCA dejo que me hagan fotos. Le tengo terror a la cámara.
  • No me gustan los peluches.
  • No me gustan las niñas (y sus entornos) rosas.
  • No me gustan las mujeres que siguen siendo rosas.
  • Por las mismas, odio la "fashion victim"
  • No me gustan las discriminaciones de ningún tipo. Tampoco las positivas.
  • No me gusta la lástima. Las cosas se hacen por convicción, no por pena.
  • Odio esos tapetitos de encaje que la gente tiene en sus casas sobre mesas, muebles, brazos y respaldos de sillones.
  • Ya sé que cocinas muy bien, pero no me cuentes tus recetas en la calle, donde: ni me apetece escucharlas, ni tengo nada para apuntar datos, ni me parece el momento.
  • Me saca de quicio encontrar amigos de mis padres, de los que me conocieron siendo niña y me digan: "nena, como has crecido, qué mayor te has hecho" me dan ganas de contestar: "señora, mayor no... me estoy haciendo vieja"
  • No soporto que nadie sea dueño de mi tiempo.
  • Me enferma que decidan por mí.
  • Y me enferma aún más que alguien crea tener derechos sobre mí.
En fin, la lista es bastante más larga pero afortunadamente la de cosas que SÍ me gustan es más larga aún, así que... hasta la siguiente radiografía.